miércoles, 1 de abril de 2009

TRAS LA HUELLA DEL JABALÍ













A continuación reproduzco la inestimable colaboración de una de las personas que formaron el excelente grupo que el pasado sábado 28 de marzo visitamos las Cárcavas del Pontón de la Oliva.
Y aprovecho, antes de ello, para compartir con quien me quiera leer una reflexión a la que estos días le he dado vueltas:

Hace ya más de un año que surgió la iniciativa de CyS. Hemos salido al monte casi todos los meses. Mi lista de correo ha ido creciendo y creciendo y ya sois casi 60 los que recibís mis correos. El caso es que después de cada excursión vuelvo a casa con un excelente sabor de boca difícil de definir con palabras. Y no ya por la excursión en sí, que también —el monte nunca defrauda— sino por haber podido disfrutar de compañía tan agradable. El sábado al llegar a casa fui a dar un paseo con Kodro, mi perro, y pensaba en todo ello. Y llegué a la conclusión de que estas excursiones me acercan más a Dios. Encontrar gente como vosotros, con tanta calidad humana, sólo puede llevar a pensar que realmente Dios tiene que existir. No es posible que semejante "material" humano proceda de la "Nada", o sea fruto de la casualidad.

Y una cosa más: tras cada excursión me dais efusivamente las gracias, sobre el mismo terreno y después muchos de vosotros por correo, por la organización de las excursiones. Pero las gracias he de dároslas, una vez más, yo a vosotros. Sin vuestra presencia, nada de esto sería posible. Sí, yo saldría al monte. Pero "CyS" no existiría. Y esa sensación de plenitud con la que vuelvo a casa, tampoco.

Bueno, y después de este rollo os dejo con Juan Luis.

Aunque no era nuestro objetivo fuimos tras la huella del jabalí. Sólo queríamos asegurarnos de su saludable presencia, de que estamos transitando por su territorio sin alterar la vida de la fauna del lugar. La huella del jabalí fue como el sello que certificaba nuestra discreta visita al aire libre. El comienzo fue un tanteo visual con el paisaje. La subida inicial supuso una gran prueba para todos, en esos momentos te das cuenta para qué sirven las piernas y la paciencia, puede asaltarte la duda pero siempre hay alguien al lado que te da ánimos . Porque el grupo camina con el mismo entusiasmo sin olvidar a los rezagados, en cada paso hay motivos para levantar la mirada y observar la distancia recorrida y el paisaje que hemos dejado a nuestras espaldas. Las Cárcavas del Pontón de la Oliva es el resto de la erosión, el paso del tiempo; o puede que las Cárcavas hayan sido cinceladas en el misterioso silencio de los duendes, de los elfos, o por las manos caprichosas de otros seres fantásticos que velan para que nos asombremos ante la belleza de la naturaleza. Las charlas se trocean durante la marcha, los recién llegados somos acogidos con afecto, hay momentos para mojar los labios y para tomar resuello en el aire limpio del paseo. Todos estamos entusiasmados porque caminar nos pone a prueba, hace que los músculos se estiren y no se extrañen para la próxima excursión que será a mediados de abril . Todavía se encuentra sin destino trazado el próximo encuentro en la montaña , eso se lo dejamos a Alejandro que sabe de mapas y de cotas por alcanzar; Alejandro da confianza y pone el tono como el director de orquesta que armoniza los sonidos, esto siempre se agradece porque no es fácil sortear la pereza y poner la voluntad por delante en estos tiempos sedentarios y de culto al sofá.

Por Juan Luis Calero

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