martes, 25 de septiembre de 2007

WALPURGIS






El domingo 24 de septiembre 24 intrépidos excursionistas y una perra osaron aventurarse en las procelosas e intrincadas profundidades del valle de la Barranca. A eso de las diez de la mañana partieron -algunos- de la madrileña Plaza de Castilla (habían quedado a las nueve y media, pero ya se sabe, entre que llega todo el mundo...). Casi una hora más tarde se encontraron todos, los que tuvieron como escenario de partida las polémicas -en su día- torres Kío y los que no, en los aparcamientos situados frente al hotel de la Barranca (hotel en el que se concentró la selección española en el Mundial '82, el Mundial de Naranjito, el Mundial de Italia). El día había amanecido despejado en general, aunque con algunas nubes en las cumbres, y con temperatura agradable. Tras las presentaciones de rigor, saludos, besos, abrazos -no, abrazos no hubo-, algún pis que otro en el hotel y demás parafernalias -ah sí, y una soporífera charla explicativa por parte del guía de la expedición, para informar de lo que iba a ser la marcha y los peligros que se iban a encontrar- tras todo eso, decía, los valientes montañeros comenzaron a caminar, ya cerca del medio día. Todos iban felices y contentos, disfrutando del agradable día, del paisaje, de la flora, de amenas conversaciones... sin saber aún que pocos kilómetros más adelante habrían de batirse con un ejército de tuberculosos en pena que aún vagan por aquellos montes. Pero eso sería más tarde.



De momento la marcha transcurría, como digo, felizmente. Al principio por una pista forestal bastante amplia, entre un bosque de pino silvestre jalonado a sus lados por diversos ejemplares de flora mediterránea entre los que destacaban las jaras y los rosales silvestres (con sus vistosos escaramujos, vulgarmente llamados "tapaculos"). A la derecha quedaba el imponente pico de La Maliciosa, aunque tapado por densos nubarrones. Y por delante, un camino por recorrer, lleno de aventuras y algún que otro peligro inesperado.



A medida que ascendían aparececían nuevos ejemplares botánicos, como el cantueso, la botonera, el enebro rastreo, algún que otro brezo... Pronto dejaron la pista forestal y se adentraron en la Senda Ortíz, camino ya más estrecho que el anterior pero de igual o superior belleza. Aquí el elemento característico era la gayuba, planta rastrera de alto valor ecológico para la zona, de hojas carnosas y frutos rojos y con un importante papel antierosivo y nitrificante. La Maliciosa había quedado atrás, y pronto nuestros valerosos caminantes pudieron contemplar a sus pies una maravillosa vista del embalse de Navacerrada.



Y por fin, tras cruzar un caudaloso arroyo de montaña que les hizo sudar de lo lindo, llegaron a la explanada donde antaño se levantaba el hospital de tuberculosos de Navacerrada, el famoso WALPURGIS. La mayoría no sabía lo que les esperaba, pero enseguida Vaca, la perra que les acompañaba, se encargó de advertírselo. Los pelos del lomo se le erizaron, enseñó los colmillos, y comenzó primero a gruñir tímidamente, después a gemir y finalmente terminó aullando desesperada. De pronto una densa nube negra lo cubrió todo hasta hacerse casi de noche y una espesa niebla los envolvió a todos. La temperatura descendió de manera tan brusca que comenzaron a castañetearles los dientes y un espeso vaho a salir de sus bocas. Entonces escucharon un terrible aullido, algo que parecía un lamento, y esta vez no era la perra. Era algo más bien humano, o eso parecía. Inmediatamente el aullido se multiplicó por tres, por cinco, por treinta, ¡por cien! Se trataba de los espíritus tuberculosos, que defendían su territorio. Pero nuestros valientes héroes no se arredraron. Uniéndose todos formaron una piña y avanzaron hacia el centro de la explanada, al tiempo que recitaban un conxuro para expulsar a los espíritus. La batalla fue dura, pero finalmente, exhaustos, eso sí, los protagonistas de nuestra historia vencieron al temible ejército de tuberculosos. El cielo se abrió de nuevo, la niebla desapareció y la temperatura se tornó de nuevo agradable. Todos entonaron vítores, cantaron canciones y rieron jubilosos celebrando alegres la tan trabajada victoria. Tras un merecido descanso iniciaron el ascenso hacia el Mirador del Canchal.



En dicho mirador disfrutaron de una merecida recompensa, deleitando sus ojos con las maravillosas vistas que allí pudieron contemplar (y eso que las nubes tapaban el cíngulo de cumbres entre las que destacaban el alto de Guarramillas (más conocido como "Bola del Mundo) y la ya mencionada Maliciosa. Repuestas ya las fuerzas iniciaron el descenso hacia la Fuente de la Campanilla, cerca ya del final de la ruta, donde dieron buena cuenta de suculentos manjares. Finalmente regresaron tranquilamente al punto de partida, y allí, antes de despedirse, degustaron unos cafés y otras viandas en torno a una mesa de la fantástica terraza del hotel de la Barranca.






Esto es, más o menos, lo que ocurrió el domingo 23 de septiembre de 2007. Para los que no tuvísteis la suerte de compartir semejante experiencia -y, por supuesto, para los que sí la tuvísteis- se está preparando ya una segunda salida, que tendrá lugar, Dios mediante, el sábado 20 ó domingo 21 (a ser posible sábado) de octubre. El lugar ya será indicado en su día, aunque se tratará de elegir algún paraje donde disfrutar de los colores del otoño, si es que el cambio climático se digna permitirnos disfrutar este año de tan preciado espectáculo de la Naturaleza.



Hasta entonces, disfrutar de vuestros trabajos, de vuestras familias y amigos, del hogar... porque nunca se sabe lo que nos deparará el futuro...



Aunque si fuimos capaces de vencer a WALPURGIS...







lunes, 24 de septiembre de 2007

PRONTO...

En breve, la crónica de la primera excursión.