lunes, 24 de diciembre de 2007

GRACIAS

Queridos senderistas:
antes de publicar la esperada crónica de la fantástica excursión -con posterior comida- del pasado sábado, quería dedicaros unas palabras de agradecimiento.
Cuando se me ocurrió organizar salidas al monte, allá por el mes de septiembre, jamás pensé que la idea fuera a tener tanto éxito. Sólo pensaba en disfrutar de la montaña y compartir esa afición de hace ya años con todo aquél que quisiera acompañarme.
Han pasado cuatro meses y mis expectativas se han visto superadas con creces. No sólo por el número de asistentes a cada excursión, sino, especialmente, por la calidad humana de todos vosotros. Si antes disfrutaba de la montaña, ahora, además, disfruto de la compañía de personas de excepcional valía. Después de cada excursión acostumbráis darme las gracias por haberla organizado... pero las gracias os las tengo que dar yo a vosotros por contribuir a dar vida a este proyecto, y por aportarme todo lo que me aportáis.
He de reconocer que a veces la pereza me invade cuando tengo que organizar alguna salida. Pero el esfuerzo se ve recompensado con creces después, cuando todo sale como sale, gracias a vosotros.
Estoy realmente encantado de haberos conocido a todos, y, desde luego, mi corazón está más lleno desde que comparto con vosotros estas salidas montañeras. Resulta gozoso comprobar que esa frase que oí hace ya años de boca de un sacerdote y que después he vuelto a escuchar en repetidas ocasiones, esa frase que parece una frase hecha, resulta gozoso comprobar, decía, que esa frase es una realidad como la copa de un pino: las puertas de la felicidad se abren hacia fuera. Y es que, como decía antes, todos los esfuerzos que me pueda suponer el organizar una excursión no son nada comparados con la satisfacción de vuestra compañía.
En fin, no me enrollo más. Simplemente espero que sigáis acompañándome en esta aventura de "Cumbres y Senderos". Yo por mi parte espero no bajar el listón, sino más bien subirlo, de lo hecho hasta ahora. Una vez más, GRACIAS.

martes, 18 de diciembre de 2007

SENDA ECOLÓGICA


La excursión del mes de diciembre consistirá en un breve paseo por un bosque cercano al puerto de Canencia, entre las provincias de Madrid y Segovia.
Se trata de un enclave privilegiado dentro de nuestra sierra, en el que se pueden encontrar diversas especies botánicas, algunas de ellas protegidas como el tejo o el acebo.
Es una ruta corta, de entre dos y cuatro horas aproximadamente, pero eso depende del paso que llevemos, paradas que hagamos, etc. Eso sí, hará frío y muy probablemente habrá nieve. Pero ya digo, la ruta no tiene ninguna dificultad, así que no habrá ningún problema. Basta con abrigarse.
A continuación celebraremos la Navidad en un restaurante de Miraflores de la sierra, pueblo próximo a Canencia y que muchos -o todos quizá- conoceréis.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

DÍA DE SOL Y NIEVE


Un temporal de frío y nieve azotaba desde hace días la Comunidad de Madrid. Hacía muchos años que no se veía nada parecido. Las calles de la capital permanecían cubiertas por un manto blanco desde días atrás. Las máquinas quitanieves no daban abasto, y las reservas de sal estaban a punto de terminarse. Parques y jardines ofrecían un simpático aspecto navideño, un mes antes de tan señaladas fechas.
En la sierra el espectáculo era indescriptible. El servicio de trenes estaba cortado pues cantidades ingentes de nieve bloqueaban las vías; cientos de árboles habían sido arrancados de cuajo y otros sepultados por el blanco elemento, que caía día tras día sin cesar; los empresarios del esquí se frotaban las manos esperando el momento en el que dejara de nevar, previendo que la avalancha de esquiadores sería tremenda…
Y por fin, cuando ya parecía que una nueva glaciación había llegado para hacer la pascua a los pregoneros del cambio climático, el parte meteorológico anunció una tregua. Fue entonces cuando “Cumbres y Senderos”, el conocidísimo –ya mítico- club montañero preparó una marcha a la Laguna de los Pájaros, en el Parque Natural de Peñalara. Si los pronósticos no fallaban, les esperaba un magnífico día de sol y nieve, de esos en los que da gusto caminar bien abrigado, sintiendo el frío en el rostro, y la caricia de los cálidos rayos de sol invernales. Las perspectivas eran sin lugar a dudas inmejorables.
Poco a poco el número de personas que decidían apuntarse a la marcha iba creciendo. Todo estaba preparado: raquetas de nieve, forros polares, anoraks, guantes, gorros, botas, crema protectora, gafas de sol… Todo listo para pasar un gran día en la montaña.
Y ese día, por fin, llegó. Del numeroso grupo inicial se cayeron unos cuantos componentes a última hora, por razones diversas. Otros tuvieron que hacer un esfuerzo para vencer a la pereza y a las ganas de quedarse tranquilamente al abrigo de las sábanas, pero finalmente allí estuvieron.
A las 9.30 de la mañana, esta vez más puntuales que nunca, los siete excursionistas que habían vencido a la comodidad partieron de Moncloa rumbo a Navacerrada. Allí se les uniría un octavo miembro, que por vivir cerca acudió directamente al conocido puerto de montaña madrileño.
En la Venta Arias, ya en Navacerrada, desayunaron los que no lo habían hecho y después continuaron con los coches hasta el puerto de los Cotos, también conocido como de El Paular. Y a eso de las once, con un sol espléndido en todo lo alto y varios grados bajo cero iniciaron la marcha. Enseguida el camino se metió en un tupido bosque de pino silvestre, tan tupido que no dejaba pasar ni un rayo de sol y el frío se hacía aún más extremo. Pero eso duró poco. Pronto salieron de nuevo a cielo abierto y volvieron a disfrutar del abrazo del astro rey. Daba gusto caminar sobre la nieve sin hundirse, gracias a ese maravilloso invento, las raquetas, típico de los esquimales.
Aunque el destino final era la Laguna de los Pájaros, antes hicieron un alto en el camino para visitar la Laguna de Peñalara. Para ello tuvieron que desviarse ligeramente del camino. Pero mereció la pena. El espectáculo era inefable. La laguna se había convertido en una enorme masa de hielo rodeada de nieve por todas partes. Hacía gala más que nunca a su origen glaciar. Un verdadero regalo para los sentidos. Una maravilla de la Naturaleza del que gracias a un duro invierno los excursionistas madrileños podían disfrutar. Se quedaron allí unos minutos contemplando el espectáculo, y luego volvieron sobre sus pasos para retomar el camino hacia la Laguna de los Pájaros.
Entonces la marcha se hizo un poco más pesada. Tenían que salvar una fuerte pendiente y el esfuerzo necesario para ello se hacía aún mayor con tanta nieve. Paso a paso fueron avanzando, cada vez más despacio, cada vez más despacio… pero finalmente llegaron hasta donde el camino volvía a ser más llano. Algunos lo hicieron sin resuello, pero llegaron. Y con ganas de continuar y llegar lo antes posible a su destino. La Laguna de Peñalara era un simple aperitivo comparado con lo que les esperaba más adelante.
Pero de pronto las cosas comenzaron a complicarse. Lo que hasta el momento era una fantástica mañana soleada empezó a convertirse en un duro día de crudo invierno. En tiempo record el cielo comenzó a cubrirse por densos nubarrones y la niebla descendió de manera vertiginosa hasta cubrirles por completo. Parecía imposible un cambio tan radical en tan corto espacio de tiempo. Pero en la montaña pasan estas cosas, y hay que estar preparados. Y no todos lo estaban. Por suerte, alguno de ellos sí llevaba brújula y mapa, lo que les permitió orientarse ligeramente. Lo suficiente para poder andar sin riesgo de acabar precipitándose por un barranco. La niebla era tan densa que no se veía nada a un palmo de distancia.
Muy lentamente siguieron avanzando, pero las cosas no tardaron en complicarse más todavía. No habían andado ni un kilómetro cuando se levantó un fuerte viento al tiempo que comenzaba a nevar con inusitada fuerza. Dar un solo paso suponía un esfuerzo titánico. La terrible ventisca les castigaba duramente azotándoles los rostros y cegándoles por completo. No había forma humana de avanzar y comenzaron a darse escenas de verdadera tensión, incluso de pánico. En momentos así es esencial mantener la calma, pero no todos los miembros de la expedición estaban preparados para ello. Tampoco lo estaban para soportar el frío que en esos momentos hacía. La nieve y el viento hicieron que la temperatura bajara a unos 15 ó 20 grados bajo cero. La situación era muy delicada, y tan difícil, e incluso peligroso, resultaba seguir avanzando como retroceder. Pero tampoco podían quedarse allí, en mitad del temporal. Vivían sin duda unos momentos realmente duros. Para colmo, apenas se oían unos a otros en medio de la ventisca.
Pero en situaciones así es cuando aflora la grandeza del ser humano y cuando éste demuestra que es capaz de superarse a sí mismo. Nuestros ocho héroes formaron piña, se agarraron unos a otros y decidieron dirigirse hacia donde unos minutos antes habían visto unas rocas, que podrían servirles de refugio. No estaban seguros de tomar la dirección correcta, pero había que intentarlo. Confiaron en la Providencia Divina, y tras unos instantes de caos y desesperación comenzaron a andar muy lentamente. Lo que solo eran unos metros pareció convertirse en una eternidad. Parecía que nunca llegaban, y más de uno –probablemente todos- llegaron a pensar que habían errado sus pasos y que caminaban en otra dirección. Probablemente hacia algún precipicio, donde encontrarían una muerte segura. El guía trataba de lanzar palabras de aliento, aunque casi no se oía ni a sí mismo, tal era el fragor del temporal. Al tiempo rezaba para que éste amainara. Él mismo no sabía a ciencia cierta si la dirección que habían tomado era la correcta.
Pero cuando todo parecía perdido y algunos empezaban a desesperar, alguien logró divisar un bulto en mitad de la niebla. ¡Por fin! Ahí estaban las rocas salvadoras. Muy a duras penas aceleraron la marcha en la medida de sus posibilidades, y enseguida llegaron. Contra todo pronóstico habían logrado alcanzar aquellas rocas que iban a suponer su salvación. Se acurrucaron todos juntos, muy pegados unos a otros para darse calor, y poco a poco fueron recobrando la calma. Incluso alguien, con un peculiar sentido del humor, recordó a los demás aquella tragedia ocurrida en los Andes, donde tras un accidente de avión los supervivientes tuvieron que comerse los cadáveres de sus compañeros para lograr mantenerse con vida durante todo el tiempo que estuvieron aislados en la montaña sin que nadie lograra encontrarles.
Pero no, en esta ocasión no hubo que llegar a ese extremo. La espera se les hizo interminable, pero cuando menos lo esperaban la tormenta comenzó a ceder y a dar paso a una tranquilizadora y esperanzadora calma. La niebla se disipó lentamente, y las nubes, ya más ligeras, comenzaron a desplazarse a gran velocidad por el cielo, dejando traslucir de tanto en cuando algún rayo de sol. Entonces salieron de su escondrijo, y tras deliberar rápidamente decidieron volver. Quizá el día mejorase, pero si una tormenta como la anterior volvía a alcanzarles, probablemente no tendrían tanta suerte. Así que, sin pensarlo dos veces, dieron media vuelta.
La nieve había dejado de caer, el viento se había calmado y pronto el sol volvía a lucir esplendoroso en todo lo alto. Como si nada hubiera ocurrido. Animados por las nuevas circunstancias, decidieron parar a comer. Se aposentaron en unas rocas, y allí, tranquilamente, disfrutaron de unas más que nunca suculentas viandas. En la montaña todo sabe mejor, pero en un día como aquel, con lo mal que lo habían pasado, mejor aún si cabe.
Tras reponer fuerzas continuaron, ya sin parar, hasta el aparcamiento. Una agradable sensación de sosiego les acompañaba, tras las calamidades dejadas atrás. Algunos incluso canturreaban alegres canciones tradicionales.
Una vez en Cotos recompensaron a sus magullados y cansados cuerpos con un buen chocolate caliente en el bar del puerto. Lo que en principio prometía ser un agradable día de campo se había convertido en una épica hazaña digna de los más intrépidos exploradores. Pero ya al calor del fuego, y fuera de todo peligro, convinieron en calificar el día como de excelente. Al fin y al cabo los sufrimientos y dificultades fortalecen el espíritu y preparan para saborear con más intensidad las mieles del triunfo final.

P.D.: Je, je, el paisaje de la foto no se ajusta mucho a lo narrado en la crónica. Bueno, debe ser que mientras la cámara viajaba a Madrid la nieve se fue derritiendo...

miércoles, 7 de noviembre de 2007

LAGUNA DE LOS PÁJAROS


La salida que haremos en el mes de noviembre, Dios mediante, será a la Laguna de los Pájaros, en el parque natural de Peñalara. Es todo un clásico de la montaña madrileña, por lo que muchos ya conoceréis este entorno. En todo caso, merece la pena repetir, siempre hay algo nuevo que ver. La montaña nunca defrauda, y aunque se repitan una y otra vez las visitas a un mismo sitio, cada vez es diferente.

Iniciaremos la marcha en el Puerto de Cotos, y en un breve espacio de tiempo llegaremos a la laguna de Peñalara. Nos desviaremos un momento de nuestro recorrido para visitar dicha laguna y hacer un breve descanso, y después continuaremos hacia nuestro objetivo.

Se trata de una marcha suave durante la que disfrutaremos de un paisaje bastante diferente a los visitados hasta ahora en anteriores excursiones. Solo al principio el entorno será algo similar al de la marcha por la Barranca, con el pino silvestre como protagonista. Pero esto dará paso, especialmente cuando lleguemos a la zona de las lagunas, a un paisaje típico de modelado glaciar.

Los que vengáis tenéis asegurado, como siempre, un agradable día en la Naturaleza.

martes, 30 de octubre de 2007

INIPI


Recuerdo aquellos sábados, hace ya años, cuando íbamos a comer a casa de los abuelos y nos pasábamos allí la tarde entera. Era aquella época en la que sólo había dos cadenas de televisión, y además eran en blanco y negro. Todos los sábados, después del telediario de las tres -durante el que era obligatorio permanecer en silencio para que los mayores se pudieran enterar, y yo no entendía cómo les gustaba eso, vaya rollo- después del telediario, decía, ponían películas de Tarzán o del oeste, mis favoritas, y favoritos también sus personajes, mis héroes, Tarzán, John Wayne, y los indios. Yo de mayor quería vivir en la selva, en una cabaña construída en lo alto de un árbol y ser amigo de todos los animales. Eso, cuando eran Tarzán, Jane y la mona Chita los protagonistas de las sobremesas de los sábados. Y cuando el protagonista era el vaquero gigantón... entonces, aunque John Wayne era mi ídolo y yo quería galopar como él llevado por el viento recorriendo todo el lejano oeste... en realidad los que de verdad me fascinaban eran los indios. Y como yo quería galopar era como ellos: sin silla de montar, desnudo de cintura para arriba, la melena al viento y plumas en la cabeza. Y quería que mis armas fueran, en lugar de unas pistolas o un rifle, un puñal, un arco y unas flechas. Y sentarme junto al fuego a escuchar las historias de los jefes y sentirme en plena armonía con la madre Naturaleza.

Poco a poco fui creciendo, y fueron cambiando mis intereses al dejar atrás las cosas de niño. Pero no todo quedó en el olvido, y algunas de esas cosas me han acompañado y me seguirán acompañando mientras viva: ese amor a la naturaleza forma parte de mí, así como la fascinación por aquellos hombres de piel roja que tan mal lo tuvieron que pasar, constantemente acosados y maltratados, hasta su extinción, por la prepotencia y el orgullo del hombre blanco "civilizado".

El pasado viernes un buen amigo me invitó a sumergirme por completo en el papel de aquellos héroes de mi infancia, y a sentirme durante unas horas Toro Sentado en alguna de aquellas pelis de mi infancia. El fuego, la luna llena, las montañas, el frío de la noche... Sólo faltaba el aullido del coyote desde alguna loma cercana. Me lo pasé como los indios, nunca mejor dicho. Danzando alrededor del fuego al son de tambores, y contando y, sobre todo, escuchando, unas maravillosas historias de boca de las personas que allí estuvieron, con las que, sin conocerlas de nada, me sentí profundamente hermanado aquella noche y que me hicieron sentir inmensamente feliz.

No me detendré a describir lo que es un INIPI. Los que estuvísteis allí, o habéis participado en ello alguna vez, ya sabéis lo que es. Y los que no, me tomaríais por loco, y pensaríais que los que hacemos estas cosas pertenecemos a alguna secta extraña. Como alguien dijo, se trata de una de esas experiencias inefables que merecen la pena ser vividas. Al menos una vez en la vida. Y espero que no sea la última. Gracias Jesús. Y gracias a todos los que allí estuvísteis. YAHOO!

lunes, 22 de octubre de 2007

DÍA DE CAZA Y FRUTOS








Habíamos quedado a las 9.30 en Plaza de Castilla. La gente fue apareciendo poco a poco, y hacia las 10, un poco después quizá, nos fuimos hacia Somosierra. Un sol espléndido, ni una nube en lo alto, y una temperatura realmente agradable, fueron nuestros compañeros de viaje durante todo el día.




Algo después de las once estábamos ya todos reunidos, 14 excursionistas y un simpático York Shire, en el puerto de Somosierra, puerto que delimita las provincias de Madrid y Segovia, y que fue escenario de una de las batallas de la Guerra de la Independencia. Allí, el 30 de noviembre de 1808, el ejército español, a cuyo mando estaba el general San Juan, con una fuerte defensa de artillería compuesta por cuatro baterías de cuatro cañones cada una, frenaba el paso al ejército del todopoderoso Napoleón. Las bajas en la infantería francesa empezaban a ser numerosas y no había forma de romper la muralla española. Fue entonces cuando el Emperador decidió mandar a su escolta de jinetes polacos, unos 120, liderados por Jan Kozietulski. Estos se lanzaron ferozmente contra los españoles y se fueron abriendo paso entre la niebla por un camino ascendente de fuerte pendiente. Causaron baja dos tercios de la caballería polaca, pero lograron vencer la resistencia española y abrir paso al ejército francés. Allí mísmo el Emperador impuso al oficial polaco al mando de la caballería la Orden de la Legión de Honor. Esta batalla es recordada por un par de placas, una en honor al valeroso ejército polaco, y otra en memoria de los caídos en combate, que pueden verse en la ermita levantada en el lugar donde tuvieron lugar los hechos.




Pues bien, en ese mismo lugar a punto estuvo de librarse otra batalla, de la cual sin duda habríamos salido muy mal parados, si no nos llegan a avisar los lugareños de que por donde pensábamos pasear, esa misma mañana estaba teniendo lugar una montería. Así que, prudentemente, decidimos cambiar de planes sobre la marcha, y poner rumbo a Sepúlveda. Nos quedamos sin abedules, mostajos, avellanos, serbales... Pero a cambio, en la citada localidad segoviana nos esperaba el río Duratón, con sus hoces, sus buitres leonados (Gyps fulvus) sobrevolándolo a baja altura y su vegetación de ribera ya otoñando (alisos y chopos fundamentalmente), proporcionándonos un ideal escenario para caminar. Lo que hicimos hasta más o menos las tres de la tarde, hora en la que por fin, con los estómagos ya quejumbrosos, nos detuvimos a comer. Suculentas viandas, agradable conversación, y, cómo no, alguna que otra siestecita.




Ya repuestas nuestras fuerzas reiniciamos la marcha, de vuelta al aparcamiento, tras desechar la idea de continuar hasta la ermita de San Frutos. A cambio se sugirió, y así fue aceptado por todos, volver a los coches y desde allí dirigirnos montados en ellos a dicha ermita. Así lo hicimos.




En nuestro camino de vuelta el sol de la tarde nos proporcionaba una luz maravillosa, que al colarse entre las amarillentas hojas de los chopos nos regalaba estampas idílicas, dignas de la que quizá sea la más bella estación del año.




Ya en el aparcamiento algunos decidieron marchar a Madrid, donde ineludibles quehaceres les esperaban. El resto nos fuimos a la ermita de San Frutos, patrón de Segovia. Allí pudimos disfrutar de fantásticas vistas sobre el río y de un atardecer de película. A medida que el sol iba llegando a su ocaso, el cielo se iba tiñendo de rojo en su horizonte, para deleite de todos nosotros. Lástima haber dejado la cámara en el coche.




La jornada terminó en algún bar de Sepúlveda, pero el que suscribe no puede dar cuenta de ello pues tuvo que partir hacia Madrid para atender irrevocables obligaciones. Otra vez será.




En definitiva, un día redondo, y un éxito más de Cumbres y Senderos, grupo formado por todos vosotros que me estáis leyendo.








lunes, 15 de octubre de 2007

OTOÑO


Este sábado, día 20, nos iremos a dar un paseo por Somosierra. Desde este puerto, situado entre las provincias de Madrid, Segovia y Guadalajara, accederemos a una sencilla y corta ruta durante la que disfrutaremos de una rica variedad botánica :acebos, avellanos, mostajos... y, como no, abedules. Porque allí, en las cercanías del Puerto de Somosierra, se encuentra uno de los abedulares mejor conservados de la Comunidad de Madrid.

Cerca de allí se encuentra también una de las cascadas más altas y espectaculares de la Comunidad, la de la Peña del Chorro, si bien ahora, pasado recientemente el verano, no es la mejor época para visitarla pues correrá poca agua. Mejor en primavera.

Otro de los puntos a los que se puede acceder desde el puerto es al pico Tres Provincias, también conocido como Cebollera Vieja, con singulares vistas desde la cima. Aunque esta vez no será este nuestro objetivo... salvo que los asistentes se queden con ganas de más y quieran animarse a coronar los 2224 metros desde los que, como su propio nombre indica, se pueden contemplar las tres provincias antes mencionadas.

Por último, concretar hora y lugar de salida: como en la excursión anterior, saldremos de Plaza de Castilla a las 9.30 de la mañana, para tomar la carretera de Burgos y llegar a nuestro destino en aproximadamente una hora... si el tráfico lo permite.

martes, 25 de septiembre de 2007

WALPURGIS






El domingo 24 de septiembre 24 intrépidos excursionistas y una perra osaron aventurarse en las procelosas e intrincadas profundidades del valle de la Barranca. A eso de las diez de la mañana partieron -algunos- de la madrileña Plaza de Castilla (habían quedado a las nueve y media, pero ya se sabe, entre que llega todo el mundo...). Casi una hora más tarde se encontraron todos, los que tuvieron como escenario de partida las polémicas -en su día- torres Kío y los que no, en los aparcamientos situados frente al hotel de la Barranca (hotel en el que se concentró la selección española en el Mundial '82, el Mundial de Naranjito, el Mundial de Italia). El día había amanecido despejado en general, aunque con algunas nubes en las cumbres, y con temperatura agradable. Tras las presentaciones de rigor, saludos, besos, abrazos -no, abrazos no hubo-, algún pis que otro en el hotel y demás parafernalias -ah sí, y una soporífera charla explicativa por parte del guía de la expedición, para informar de lo que iba a ser la marcha y los peligros que se iban a encontrar- tras todo eso, decía, los valientes montañeros comenzaron a caminar, ya cerca del medio día. Todos iban felices y contentos, disfrutando del agradable día, del paisaje, de la flora, de amenas conversaciones... sin saber aún que pocos kilómetros más adelante habrían de batirse con un ejército de tuberculosos en pena que aún vagan por aquellos montes. Pero eso sería más tarde.



De momento la marcha transcurría, como digo, felizmente. Al principio por una pista forestal bastante amplia, entre un bosque de pino silvestre jalonado a sus lados por diversos ejemplares de flora mediterránea entre los que destacaban las jaras y los rosales silvestres (con sus vistosos escaramujos, vulgarmente llamados "tapaculos"). A la derecha quedaba el imponente pico de La Maliciosa, aunque tapado por densos nubarrones. Y por delante, un camino por recorrer, lleno de aventuras y algún que otro peligro inesperado.



A medida que ascendían aparececían nuevos ejemplares botánicos, como el cantueso, la botonera, el enebro rastreo, algún que otro brezo... Pronto dejaron la pista forestal y se adentraron en la Senda Ortíz, camino ya más estrecho que el anterior pero de igual o superior belleza. Aquí el elemento característico era la gayuba, planta rastrera de alto valor ecológico para la zona, de hojas carnosas y frutos rojos y con un importante papel antierosivo y nitrificante. La Maliciosa había quedado atrás, y pronto nuestros valerosos caminantes pudieron contemplar a sus pies una maravillosa vista del embalse de Navacerrada.



Y por fin, tras cruzar un caudaloso arroyo de montaña que les hizo sudar de lo lindo, llegaron a la explanada donde antaño se levantaba el hospital de tuberculosos de Navacerrada, el famoso WALPURGIS. La mayoría no sabía lo que les esperaba, pero enseguida Vaca, la perra que les acompañaba, se encargó de advertírselo. Los pelos del lomo se le erizaron, enseñó los colmillos, y comenzó primero a gruñir tímidamente, después a gemir y finalmente terminó aullando desesperada. De pronto una densa nube negra lo cubrió todo hasta hacerse casi de noche y una espesa niebla los envolvió a todos. La temperatura descendió de manera tan brusca que comenzaron a castañetearles los dientes y un espeso vaho a salir de sus bocas. Entonces escucharon un terrible aullido, algo que parecía un lamento, y esta vez no era la perra. Era algo más bien humano, o eso parecía. Inmediatamente el aullido se multiplicó por tres, por cinco, por treinta, ¡por cien! Se trataba de los espíritus tuberculosos, que defendían su territorio. Pero nuestros valientes héroes no se arredraron. Uniéndose todos formaron una piña y avanzaron hacia el centro de la explanada, al tiempo que recitaban un conxuro para expulsar a los espíritus. La batalla fue dura, pero finalmente, exhaustos, eso sí, los protagonistas de nuestra historia vencieron al temible ejército de tuberculosos. El cielo se abrió de nuevo, la niebla desapareció y la temperatura se tornó de nuevo agradable. Todos entonaron vítores, cantaron canciones y rieron jubilosos celebrando alegres la tan trabajada victoria. Tras un merecido descanso iniciaron el ascenso hacia el Mirador del Canchal.



En dicho mirador disfrutaron de una merecida recompensa, deleitando sus ojos con las maravillosas vistas que allí pudieron contemplar (y eso que las nubes tapaban el cíngulo de cumbres entre las que destacaban el alto de Guarramillas (más conocido como "Bola del Mundo) y la ya mencionada Maliciosa. Repuestas ya las fuerzas iniciaron el descenso hacia la Fuente de la Campanilla, cerca ya del final de la ruta, donde dieron buena cuenta de suculentos manjares. Finalmente regresaron tranquilamente al punto de partida, y allí, antes de despedirse, degustaron unos cafés y otras viandas en torno a una mesa de la fantástica terraza del hotel de la Barranca.






Esto es, más o menos, lo que ocurrió el domingo 23 de septiembre de 2007. Para los que no tuvísteis la suerte de compartir semejante experiencia -y, por supuesto, para los que sí la tuvísteis- se está preparando ya una segunda salida, que tendrá lugar, Dios mediante, el sábado 20 ó domingo 21 (a ser posible sábado) de octubre. El lugar ya será indicado en su día, aunque se tratará de elegir algún paraje donde disfrutar de los colores del otoño, si es que el cambio climático se digna permitirnos disfrutar este año de tan preciado espectáculo de la Naturaleza.



Hasta entonces, disfrutar de vuestros trabajos, de vuestras familias y amigos, del hogar... porque nunca se sabe lo que nos deparará el futuro...



Aunque si fuimos capaces de vencer a WALPURGIS...







lunes, 24 de septiembre de 2007

PRONTO...

En breve, la crónica de la primera excursión.

domingo, 9 de septiembre de 2007

LA BARRANCA



Os propongo la primera excursión, para el sábado 22 de septiembre o domingo 23. Es una ruta muy fácil, apta para "todos los públicos", aunque quizá a los que estéis acostumbrados a andar por el monte os pueda resultar demasiado fácil. Es más que nada un paseo por el campo, un paseo campestre y ecológico durente el cual podremos contemplar especies botánicas de la sierra madrileña como el pino silvestre, el cantueso, la jara o el enebro, además de quizá algún herrerillo capuchino, o escuchar el toc toc del pico picapinos (el famoso pájaro carpintero, fácil de oír pero más difícil de ver).

Podremos contemplar también desde allí el imponente pico de la Maliciosa (aparece en la foto a la derecha), al que algún día podremos subir, ya sea desde allí mísmo, ya desde el puerto de Navacerrada (más fácil), si os animáis.


Como digo, es una ruta fácil por el valle de La Barranca que no requiere de un especial entrenamiento. Se trata de un recorrido de unos diez kilómetros, sin fuertes desniveles, y que se pueden recorrer tranquilamente en poco más de dos horas, tres o cuatro si nos vamos deteniendo a contemplar el paisaje, leer los diversos paneles informativos que iremos encontrando, y de paso aprender los nombres de los ejemplares botánicos que vayan apareciendo a nuestro paso (lo de las aves ya es un poco más difícil, pero si tenemos suerte...).


Podemos comer en las magníficas praderas que hay en el citado valle. Llevaros agua, pues aunque creo que hay alguna fuente, no viene mal ir bien provistos, por si acaso.


La Barranca está en la carretera que va desde Colmenar Viejo hacia Navacerrada, muy cerca ya de esta segunda localidad. No hará falta que madruguemos mucho para esta primera excursión, así que os dejo que propongáis vosotros la hora (yo siempre madrugo para ir al monte).


Espero vuestrtos comentarios, sugerencias, etc.

miércoles, 5 de septiembre de 2007

COMENZAMOS

Aquí está el blog que a algunos os anuncié. En estas páginas iré introduciendo mis propuestas de salidas al monte, lugar de quedada, itinerarios, etc. Una vez concluída la excursión haré una breve crónica, meteré fotos, etc. Por supuesto, siempre estaré abierto a todo tipo de colaboración, comentario, sugerencia, duda... que queráis hacerme. Es más, para empezar, podemos hacer una "tormenta de ideas" para determinar el nombre del Blog. De momento, como habéis visto, le he puesto "Cumbres y senderos". Pero es un nombre provisional, porque alguno le tenía que poner para crearlo. Sí, bueno, la verdad es que el nombre es lo de menos... Pero bueno, si os aperece, espero vuestras propuestas. Podéis hacerlo en la dirección de correo sijander@gmail.com, o en comentarios introducidos en el blog.

En cuanto a las fechas para hacer excursiones, también se admiten propuestas. Yo prefiero que sea en sábado, aunque no me niego a hacerlas en domingo. De todas formas, para empezar, si empezamos antes del 6 de octubre (es mi intención), tendrá que ser en domingo ya que hasta el día señalado es posible que esté haciendo un curso los sábados (lo acabo de solicitar, espero que me lo concedad).

Por lo demás, trataré de que las primeras salidas no sean duras, para que quien lo necesite vaya cogiendo "callo" poco a poco. Espero que los expertos montañeros no os aburráis.

Ánimo, y difundir este blog entre quienes creáis conveniente.