lunes, 21 de junio de 2010

DE PERDIDOS AL RÍO (o para los extranjeros que nos lean, FROM LOST TO THE RIVER)


Hace mucho tiempo, desde la excursión que hicimos por las Pesquerías Reales —ya ha llovido desde entonces—, que no escribo en estas páginas. Y ahora me cuesta, he de reconocerlo, retomar la actividad. Hace tiempo también que no escribo con regularidad y eso se nota. Pero en fin, quisiera que estas no fueran excusas para seguir retardando el retomar este blog para disfrute del que quiera seguirlo, si es que alguien queda que quiera seguirlo... y si es que alguien disfruta de él.
Ayer, 20 de junio, tuvimos nuestra excursión de clausura de curso, por así decirlo. Fue una de las excursiones con mayor asistencia de las últimas realizadas, y eso que a última hora fallaron tres o cuatro personas. Si no he contado mal, 25 fuimos los que nos plantamos en Plaza de Castilla dispuestos a abordar las duras cumbres de la Pedriza. Y la aventura comenzó ya en la misma Plaza de Castilla, pues cientos de hombres y mujeres vestidos de amarillo habían tomado nuestro lugar de encuentro, dificultando el mismo. Cientos de hombres y mujeres de amarillo que se preparaban para iniciar una carrera popular, supongo. Algunos calentaban, otros hacían cola en los urinarios, otros, en fin, simplemente esperaban a que el juez de carrera diera el pistoletazo de salida.
Pero bueno, esto no es lo que nos interesa. Lo interesante, al fin y al cabo, es que a pesar de las dificultades que nos pusieron logramos reunirnos, ubicarnos cada uno en su coche (esta vez se introdujo una novedad en CyS, que fue la de asignar coche a los participantes antes del día de la excursión, lo cual resultó —creo— una buena medida), y partir antes de las 9.30 hacia Manzanares el Real.
Allí llegamos, nos reunimos de nuevo, continuamos hasta el Tranco, y, ya preparados, comenzamos a andar todos juntos. Sin embargo, poco duró la unión del grupo. Éramos muchos, el camino estrecho, y, en un día tan bueno como el que nos hizo, muy transitado, lo cual hizo que poco a poco el "pelotón" de senderistas se fuera rompiendo. Quedaron atrás unos cuantos, y a pesar de los intentos que hicimos por encontrarles y volver a reagruparnos, todo fue imposible. Ya no volvimos a verles hasta el final del día, de nuevo en El Tranco.
Fue un día bonito, pero esta vez el organizador no fue capaz de llevar a cabo su trabajo con la precisión que le hubiera gustado. Nos desviamos de la ruta inicialmente prevista, y acabamos subiendo lejos del río, eso sí, lejos también de las multitudes que ya en estos días veraniegos empiezan a poblar la Pedriza. Y subimos a trancas y barrancas, en una especie de procesión de senderistas, una fila india que cada vez se alargaba más y más. Llegado a un punto, el grupo sufrió una nueva disgregación, y es que algunos, ya cansados, decidieron parar la marcha en un sombrío bosquete de pinos. Comimos en dos grupos, por tanto, los que decidieron emular a las cabras y subir más y más, y los que prefirieron esperar, cual pacientes ovejas, a que sus compañeros bajaran del monte. Y el que suscribe, que se unió al grupo de los escaladores, da fe de que ese pequeño esfuerzo tuvo su recompensa, pues el lugar de avituallamiento mereció la pena, y mucho. Allí a punto estuvimos de hacer tres tiendas y quedarnos hasta, al menos, la puesta de sol. Pero nos esperaban abajo, y no podíamos alargar demasiado nuestra permanencia en las bellas cumbres graníticas. Así que tras una frugal comida y una efímera siesta, bajamos a su encuentro, y ya de nuevo todos juntos, continuamos bajando al encuentro de los perdidos al inicio de la mañana. No sin dejar escapar, eso sí, un pequeño descanso a orillas del Manzanares, con baño de algunos incluído.
Y esto fue, a grandes rasgos, lo que dio de si el día 20 de junio. Volveremos a encontrarnos más adelante, con nuevas rutas, nuevas aventuras, nuevos paisajes. Y nuevas crónicas, espero que más elaboradas y acertadas que esta, que, releyéndola, siento me ha quedado un poco pobre. En fin, como decía al principio, el escribir es un arte que debe cultivarse día a día. Espero ser capaz de dedicarle algo más de tiempo para que, el que tenga la santa paciencia de leerme, pueda hacerlo con algo más de deleite.
Buen verano a todos, y especialmente a los que ya no vuelva a ver hasta septiembre.