domingo, 6 de noviembre de 2011

FIN DE SEMANA CAMPESTRE


Este fin de semana ha sido, como el título indica, muy campestre... y muy otoñal. Un fin de semana lluvioso, como así debe ser en otoño, y un fin de semana de caminatas por el campo. El sábado por la tarde, por el Pardo, con Juan, un nuevo conocido, y nuestros perros, Zarko (el mío) y Luke (el de Juan). Fue un paseo corto, de aproximadamente hora y media, a orillas del río (el Manzanares). La lluvia nos dio una tregua, y pudimos disfrutar de una agradable caminata mientras los perros quemaban energías corriendo de un lado para otro, persiguiéndose, revolcándose, retozando... incluso persiguiendo a un jabalí con el que tuvimos un breve encuentro durante el camino. Tan breve, que corrió a esconderse tras unas zarzas, y aunque los perros le siguieron enseguida acudieron a nuestra llamada. Ya volviendo a los coches cayeron unas gotas de agua, poca cosa.

El paseo del domingo fue un poco más largo, aunque tampoco mucho. Nos fuimos a Canencia (no al pueblo, sino al puerto) y desde allí hicimos una ruta durante la que pudimos disfrutar de bellísimos paisajes adornados por los colores del otoño. Esta vez la lluvia respetó nuestra andadura, y no hizo su presencia hasta caída la tarde, cuando ya cada uno descansaba en su casa. Sí hizo algo de frío, pero un frío fácilmente combatible con el simple calor que se genera al caminar.

Hoy Zarko anda algo lesionado, con un dolor no muy intenso (si lo fuera se quejaría) en su pata izquierda trasera. Aun así, quiere correr, saltar, en fin, jugar un poco a ser cabra, que es lo que le gusta.

martes, 25 de octubre de 2011

RECOMENZAR


La última entrada de este blog tiene más de un año, y nada que ver con la idea original del mismo, es decir, la montaña. Escribo de nuevo para intentar correr un tupido velo sobre aquello que escribí, y tratar de recomenzar de nuevo. Escribo en varios blogs, y todos los he tenido abandonados durante un tiempo. Trato de retomar la actividad, pero no es fácil. Son muchas cosas, muchas actividades las que atender. En cualquier caso, intentaré hablar de nuevo en estas páginas de la montaña y lo que la rodea. Trataré también de salir más, de organizar más salidas al monte, de conocer nuevas rutas, nuevos compañeros de cordada, en fin, trataré de disfrutar a tope de la montaña, que nunca defrauda.
Una de mis últimas excursiones fue a la Maliciosa, una noche de luna llena, en agosto si mal no recuerdo. Fantástica. Una pena no haberme quedado a dormir por allí. Los meteorólogos anunciaban mal tiempo, por lo que dejé el saco en casa. ¡Y cómo me arrepentí! La noche fue realmente agradable, y hubiera sido placentero disfrutarla bajo el saco. Era, además, noche de estrellas fugaces. Unas cuantas pude contemplar. ¡Qué bello espectáculo! Y qué bonito hubiera sido verlas caer mientras los ojos se iban cerrando. En fin, no pudo ser. Pero queda pendiente. Y a partir de ahora, a hacer excursiones, a descubrir nuevos caminos. ¿Me acompañas?

miércoles, 11 de agosto de 2010

DOLOR


Cansancio, dolor, decepción. Una decepción muy grande...

lunes, 21 de junio de 2010

DE PERDIDOS AL RÍO (o para los extranjeros que nos lean, FROM LOST TO THE RIVER)


Hace mucho tiempo, desde la excursión que hicimos por las Pesquerías Reales —ya ha llovido desde entonces—, que no escribo en estas páginas. Y ahora me cuesta, he de reconocerlo, retomar la actividad. Hace tiempo también que no escribo con regularidad y eso se nota. Pero en fin, quisiera que estas no fueran excusas para seguir retardando el retomar este blog para disfrute del que quiera seguirlo, si es que alguien queda que quiera seguirlo... y si es que alguien disfruta de él.
Ayer, 20 de junio, tuvimos nuestra excursión de clausura de curso, por así decirlo. Fue una de las excursiones con mayor asistencia de las últimas realizadas, y eso que a última hora fallaron tres o cuatro personas. Si no he contado mal, 25 fuimos los que nos plantamos en Plaza de Castilla dispuestos a abordar las duras cumbres de la Pedriza. Y la aventura comenzó ya en la misma Plaza de Castilla, pues cientos de hombres y mujeres vestidos de amarillo habían tomado nuestro lugar de encuentro, dificultando el mismo. Cientos de hombres y mujeres de amarillo que se preparaban para iniciar una carrera popular, supongo. Algunos calentaban, otros hacían cola en los urinarios, otros, en fin, simplemente esperaban a que el juez de carrera diera el pistoletazo de salida.
Pero bueno, esto no es lo que nos interesa. Lo interesante, al fin y al cabo, es que a pesar de las dificultades que nos pusieron logramos reunirnos, ubicarnos cada uno en su coche (esta vez se introdujo una novedad en CyS, que fue la de asignar coche a los participantes antes del día de la excursión, lo cual resultó —creo— una buena medida), y partir antes de las 9.30 hacia Manzanares el Real.
Allí llegamos, nos reunimos de nuevo, continuamos hasta el Tranco, y, ya preparados, comenzamos a andar todos juntos. Sin embargo, poco duró la unión del grupo. Éramos muchos, el camino estrecho, y, en un día tan bueno como el que nos hizo, muy transitado, lo cual hizo que poco a poco el "pelotón" de senderistas se fuera rompiendo. Quedaron atrás unos cuantos, y a pesar de los intentos que hicimos por encontrarles y volver a reagruparnos, todo fue imposible. Ya no volvimos a verles hasta el final del día, de nuevo en El Tranco.
Fue un día bonito, pero esta vez el organizador no fue capaz de llevar a cabo su trabajo con la precisión que le hubiera gustado. Nos desviamos de la ruta inicialmente prevista, y acabamos subiendo lejos del río, eso sí, lejos también de las multitudes que ya en estos días veraniegos empiezan a poblar la Pedriza. Y subimos a trancas y barrancas, en una especie de procesión de senderistas, una fila india que cada vez se alargaba más y más. Llegado a un punto, el grupo sufrió una nueva disgregación, y es que algunos, ya cansados, decidieron parar la marcha en un sombrío bosquete de pinos. Comimos en dos grupos, por tanto, los que decidieron emular a las cabras y subir más y más, y los que prefirieron esperar, cual pacientes ovejas, a que sus compañeros bajaran del monte. Y el que suscribe, que se unió al grupo de los escaladores, da fe de que ese pequeño esfuerzo tuvo su recompensa, pues el lugar de avituallamiento mereció la pena, y mucho. Allí a punto estuvimos de hacer tres tiendas y quedarnos hasta, al menos, la puesta de sol. Pero nos esperaban abajo, y no podíamos alargar demasiado nuestra permanencia en las bellas cumbres graníticas. Así que tras una frugal comida y una efímera siesta, bajamos a su encuentro, y ya de nuevo todos juntos, continuamos bajando al encuentro de los perdidos al inicio de la mañana. No sin dejar escapar, eso sí, un pequeño descanso a orillas del Manzanares, con baño de algunos incluído.
Y esto fue, a grandes rasgos, lo que dio de si el día 20 de junio. Volveremos a encontrarnos más adelante, con nuevas rutas, nuevas aventuras, nuevos paisajes. Y nuevas crónicas, espero que más elaboradas y acertadas que esta, que, releyéndola, siento me ha quedado un poco pobre. En fin, como decía al principio, el escribir es un arte que debe cultivarse día a día. Espero ser capaz de dedicarle algo más de tiempo para que, el que tenga la santa paciencia de leerme, pueda hacerlo con algo más de deleite.
Buen verano a todos, y especialmente a los que ya no vuelva a ver hasta septiembre.

lunes, 25 de mayo de 2009

PESQUERÍAS REALES


Nuestra próxima ruta será una ruta muy real, y es que su origen tuvo lugar durante el reinado de Carlos III, gran aficionado a la pesca, el cual mandó pavimentar parte del recorrido y construir saltos de agua para mejora la actividad piscícola. Se crearon remansos, fuentes, jardines, todo con el fin de facilitar a los reyes el disfrute de su actividad favorita, y de agradables paseos a orillas del Eresma, río por el que transcurre dicha ruta.
Nosotros haremos sólo parte de la ruta, probablemente la más agradable, pues prácticamente su totalidad transcurre junto al río. Partiremos desde el nacimiento del Eresma, cerca de la Boca del Asno, conocida área de recreo donde en verano miles de madrilenos acuden a sofocar los agobios de la intensa canícula.
Disfrutaremos de un bello paisaje, siempre a la sombra de fresnos, álamo blancos, algún que otro roble... También veremos algún puente, y hasta un acueducto —si no equivocamos nuestra ruta.
Acabaremos la primera parte de nuestra caminata en el embalse del Pontón, en La Granja, después de haber pasado cerca de Valsaín. Allí podremos refrescar nuestros cuerpos e incluso ponerlos aún más en forma practicando el arte de la natación en este pequeño embalse. Después habremos de volver sobre nuestros pasos para regresar a donde dejemos los coches.

miércoles, 1 de abril de 2009

TRAS LA HUELLA DEL JABALÍ













A continuación reproduzco la inestimable colaboración de una de las personas que formaron el excelente grupo que el pasado sábado 28 de marzo visitamos las Cárcavas del Pontón de la Oliva.
Y aprovecho, antes de ello, para compartir con quien me quiera leer una reflexión a la que estos días le he dado vueltas:

Hace ya más de un año que surgió la iniciativa de CyS. Hemos salido al monte casi todos los meses. Mi lista de correo ha ido creciendo y creciendo y ya sois casi 60 los que recibís mis correos. El caso es que después de cada excursión vuelvo a casa con un excelente sabor de boca difícil de definir con palabras. Y no ya por la excursión en sí, que también —el monte nunca defrauda— sino por haber podido disfrutar de compañía tan agradable. El sábado al llegar a casa fui a dar un paseo con Kodro, mi perro, y pensaba en todo ello. Y llegué a la conclusión de que estas excursiones me acercan más a Dios. Encontrar gente como vosotros, con tanta calidad humana, sólo puede llevar a pensar que realmente Dios tiene que existir. No es posible que semejante "material" humano proceda de la "Nada", o sea fruto de la casualidad.

Y una cosa más: tras cada excursión me dais efusivamente las gracias, sobre el mismo terreno y después muchos de vosotros por correo, por la organización de las excursiones. Pero las gracias he de dároslas, una vez más, yo a vosotros. Sin vuestra presencia, nada de esto sería posible. Sí, yo saldría al monte. Pero "CyS" no existiría. Y esa sensación de plenitud con la que vuelvo a casa, tampoco.

Bueno, y después de este rollo os dejo con Juan Luis.

Aunque no era nuestro objetivo fuimos tras la huella del jabalí. Sólo queríamos asegurarnos de su saludable presencia, de que estamos transitando por su territorio sin alterar la vida de la fauna del lugar. La huella del jabalí fue como el sello que certificaba nuestra discreta visita al aire libre. El comienzo fue un tanteo visual con el paisaje. La subida inicial supuso una gran prueba para todos, en esos momentos te das cuenta para qué sirven las piernas y la paciencia, puede asaltarte la duda pero siempre hay alguien al lado que te da ánimos . Porque el grupo camina con el mismo entusiasmo sin olvidar a los rezagados, en cada paso hay motivos para levantar la mirada y observar la distancia recorrida y el paisaje que hemos dejado a nuestras espaldas. Las Cárcavas del Pontón de la Oliva es el resto de la erosión, el paso del tiempo; o puede que las Cárcavas hayan sido cinceladas en el misterioso silencio de los duendes, de los elfos, o por las manos caprichosas de otros seres fantásticos que velan para que nos asombremos ante la belleza de la naturaleza. Las charlas se trocean durante la marcha, los recién llegados somos acogidos con afecto, hay momentos para mojar los labios y para tomar resuello en el aire limpio del paseo. Todos estamos entusiasmados porque caminar nos pone a prueba, hace que los músculos se estiren y no se extrañen para la próxima excursión que será a mediados de abril . Todavía se encuentra sin destino trazado el próximo encuentro en la montaña , eso se lo dejamos a Alejandro que sabe de mapas y de cotas por alcanzar; Alejandro da confianza y pone el tono como el director de orquesta que armoniza los sonidos, esto siempre se agradece porque no es fácil sortear la pereza y poner la voluntad por delante en estos tiempos sedentarios y de culto al sofá.

Por Juan Luis Calero

martes, 31 de marzo de 2009

EL RETORNO


Hace mucho que no escribo en las páginas de este espacio, y como siempre es bueno retomar las buenas costumbres, aquí estoy de nuevo. Quizá no me quede ningún lector, quizá mis palabras naveguen sin rumbo y sin destino por las ondas, quizá sea yo el único que disfrute de ellas mientras las creo. Pero con eso me basta. Si alguien me lee, mejor. Pero si no... escribir es siempre un ejercicio enriquecedor, una práctica creativa que hace crecer al que la practica. Por tanto, aquí estoy de nuevo y espero no volver a marcharme, al menos durante un tiempo largo.
De octubre, si mal no recuerdo, es la última entrada de este blog. Y si la memoria no me falla, aquel mes fuimos perseguidos por vacas salvajes en las cercanías del río Ermito, cerca del famoso Hayedo de Montejo. Pudimos disfrutar también de bellos paisajes otoñales, del frescor del campo, del rumor de las hojas de los árboles agitadas por la brisa del otoño.
Después hicimos más excursiones, pisamos la nieve y nos revolcamos por ella. Hubo incluso quien estuvo a punto de quedar atrapado para siempre en las inmediaciones de la Bola del Mundo. Gracias a Dios, los equipos de rescate de Cumbres y Senderos funcionaron a la perfección y pudieron sacar a Emilio del entuerto en el que el blanco elemento quiso envolverle. Y, meses después, sigue con nosotros, a Dios gracias.
Aquello sucedió en diciembre, justo antes de que nos pusiéramos las botas y confraternizáramos todos juntos en un restaurante de Rascafría, celebrando la llegada de la Navidad.
Enero y febrero fueron meses de sequía. No fue posible salir al monte. Demasiados eventos, demasiados compromisos, demasiado ajetreo. Pero por fin en marzo las aguas volvieron a su cauce. Y ya terminando el mes nos fuimos a explorar las inmediaciones del Pontón de la Oliva, presa situada en la Comunidad de Madrid pero muy próxima ya a Guadalajara. Su construcción empezó a gestarse en 1848, bajo el reinado de Isabel II y con Bravo Murillo como ministro de Comercio, Instrucción, y Obras Públicas, pero no fue hasta 1851 cuando se puso su primera piedra. Y tras varios años de penosos trabajos, en los que participaron, entre otros, unos 1500 presos de las guerras carlistas, la presa fue inaugurada en 1858, diez años después del inicio del proyecto. Hoy está en desuso, aunque sigue en pie y forma parte del patrimonio histórico de la sierra de Ayllón. Sus alrededores se ven "invadidos" todos los fines de semana por escaladores, espeleólogos que van a visitar las míticas cuevas del Reguerillo, y, por supuesto, excursionistas dispuestos a enfrentarse con la aridez del terreno pero también con maravillosos tesoros que la Naturaleza siempre está dispuesta a ofrecer al que ose afrontarla con respeto.
Esta vez fuimos 26 personas las que nos pusimos rumbo a las cárcavas (interesante y espectacular formación geológica que data del terciario, período durante el cual tuvo lugar una fuerte erosión que dio lugar a estas caprichosas formas del terreno) , desde la ya mencionada presa.
Para deleitarnos con su vista tuvimos que afrontar un duro ascenso, y he de destacar la gallardía con la que todos llegaron al final del terrorífico repecho. El esfuerzo tuvo su recompensa, y los que allí estuvieron pueden dar fe de ello. Las cárcavas son una maravilla geológica que merece la pena contemplar de cerca. Y eso hicimos, durante un rato que también aprovechamos para descansar, hacer fotos, y, como no, decidir con el mapa y la brújula a dónde se iban a dirigir a continuación nuestros pasos.
Y se dirigieron hacia el Norte, con el sol casi a nuestra espaldas hasta que pronto empezamos a divisar el pueblo alcarreño de Valdepeñas de la sierra. A la vera del camino, escondidos entre las jaras, los jabalíes espiaban el transcuro de nuestra marcha, atentas especialmente las hembras que custodiaban a sus jabatos, dispuestas a lo que hiciera falta con tal de defenderlos.
Y por encima de nosotros densos y negros nubarrones empezaban a anunciarnos lo que más tarde llegaría. El olor a tierra mojada (producido por las geosminas, sustancias químicas producidas a su vez por bacterias del género Streptomyces) y alguna que otra gota aislada que de vez en cuando caía daban más veracidad si cabe a las amenazas del cielo.
Pero, dejando a un lado el pueblo de Valdepeñas, logramos llegar, sin mojarnos, a la vecina localidad de Alpedrete de la sierra, bellísimo lugar donde el tiempo parecía que se hubiera detenido. Por sus calles se respiraban la tranquilidad y el sosiego propios de otro tiempo, que el urbanita empecinado en no salir de su cubil nunca podrá llegar a disfrutar.
Y continuamos nuestra marcha, en busca de una pradera donde aposentarnos para disfrutar de unas reparadoras viandas. Pronto dimos con el enclave apropiado para ello. Pero el descanso duró poco. Las nubes que nos habían perseguido durante todo el camino decidieron romper su tregua en el momento más inesperado, obligándonos a recoger rápidamente y ponernos de nuevo en marcha a fin de evitar tener que volver en canoa.
El camino que nos llevó de nuevo a nuestro punto de partida fue si cabe más agradable, más bello y más espectacular que el de la mañana. Por encima del río Lozoya, caminando bajo el agua que caía del cielo, disfrutamos de hermosísimos paisajes difíciles de describir con palabras. Paisajes que no sólo deleitan la vista sino que además enriquecen el espíritu, enamoran el alma, engrandecen a quien con inocente admiración los contempla.
Al llegar de nuevo al Pontón tomamos los coches y nos dirigimos a Patones, donde difrutamos, a buen resguardo del frío que ya penetraba hasta los huesos, de un buen refrigerio.
En definitiva, un día perfecto lleno de contrastes, de buenas sensaciones, de amistad, de camaradería, de campo y aire puro, de fuerzas nuevas para afrontar una semana más en la inhóspita ciudad de Madrid.
Aprovecho, antes de terminar, para anunciar ya la próxima salida: Dios mediante, el domingo 19 de abril nos pondremos de nuevo en marcha en busca de nuevas aventuras.