domingo, 27 de enero de 2008

PUERTO DE LA FUENFRÍA

Mientras una parte de la ciudad aún duerme y la otra todavía está despertándose, veinte madrugadores montañeros viajan ya camino de Cercedilla dispuestos a afrontar una dura jornada a través de las escarpadas y casi infranqueables estribaciones que rodean al valle de la Fuenfría. Es una expedición más del ya mítico grupo "Cumbres y Senderos", para la cual esta vez su guía habitual se ha buscado la ayuda de un experto para poder afrontar con éxito el nuevo reto.



Las condiciones meteorológicas son inmejorables. Un espléndido sol luce en lo alto, y las temperaturas son más que agradables para la época del año en la que nos encontramos. Se esperaba nieve, y para ello iba preparado el grupo. Pero finalmente, salvo algunos restos en las zonas más altas del recorrido, el blanco elemento brillará por su ausencia. No obstante, esos pocos restos servirán para hacer las delicias de nuestros protagonistas, que aprovecharán para batallar cuales niños que se han quedado sin clase gracias a una copiosa nevada.



La excursión comienza en los aparcamientos de las Dehesas, en Cercedilla. Hay caras nuevas, muy bien recibidas por todos, y rostros ya conocidos que mes tras mes acuden puntuales a la habitual cita con "Cumbres y Senderos". El grupo va creciendo, y su "creador", más que satisfecho por el inesperado éxito, rebosa felicidad. La iniciativa puesta en marcha allá por el mes de septiembre no ha hecho más que proporcionarle inopinados momentos de profunda dicha. Siente que una Mano infinitamente más grande que la suya se encarga de dirigir los designios de la mencionada iniciativa.



Pero volvamos al planeta Tierra. Los caminantes ya ascienden lentamente por la calzada romana, que les conducirá hasta la pista forestal que transcurre por miradores desde los que poder contemplar bellas vistas de la sierra madrileña. El paso es lento, debido al gran desnivel que tienen que superar, pero alegre y firme. Nadie vacila, todos están ya curtidos en estas lides. Los veteranos transmiten su fuerza a los noveles, y el grupo asciende en bloque, con gran compenetración.



Cuando llevan aproximadamente una hora andando aparecen las primeras dificultades. El camino se bifurca, y no está claro por dónde hay que continuar. Hay que asegurarse bien antes de dar un paso más, pues un error puede llegar a ser fatal. Si bien a esas horas del día el tiempo acompaña, la noche llegará con temperaturas extremadamente frías que podrían causar estragos entre los componentes de la expedición.



Por fortuna nuestros amigos ya son expertos a la hora de moverse por la montaña, y tras consultar diversos mapas logran "desfacer el entuerto" y acertar con el camino correcto. Así que de nuevo todos en marcha.



Poco después tendrá lugar la primera parada para tomar un respiro -y reparadoras viandas-, y disfrutar del paisaje desde uno de los miradores del camino. Un precioso cuartago serrano, típico de aquellos parajes, les contempla a su paso. Alguno intenta acercarse a acariciarlo, pero el animal, al parecer poco amigo de zalamerías, se aleja del camino como diciendo: "¡ni se os ocurra tocarme!"



Tras la parada continúan la ascensión hacia el Puerto de la Fuenfría, ascensión ya bastante suave y a través de una más que cómoda pista forestal. Aquí el grupo se desmembra ante la relajación de los guías. El camino no tienen pérdida, y poco después todos coincidirán de nuevo en el Puerto. Es un tramo largo pero sin dificultades, flanqueado por pino silvestre y algún que otro arbusto mediterráneo, entre los que destaca el brezo y algún acebo. El mirador de la Reina les proporciona excelentes vistas sobre el valle de la Fuenfría.



Una vez en el Puerto, y tras retozar un rato por la nieve, disfrutarán de un excelente avituallamiento plagado de suculentos manjares, entre otros unos exquisitos bombones austríacos de nombre impronunciable, que uno de los nuevos componentes de "CyS" reparte generosamente entre todos.



Y tras la comida al sol, vuelta al punto de partida. Da pereza reemprender la marcha, y el Astro Rey lo pone aún más complicado. ¡Se está tan bien! Podrían hacerse tres tiendas, pero... ¡hay que regresar!



Así que, tras vencer a la pereza y tirar alguna bola de nieve más, todos reemprenden la marcha. Ya simplemente hay que dejarse caer, vertiente abajo, hasta llegar a las Dehesas. Allí, antes de despedirse, disfrutarán de unos refrescos en un bar, para rematar una más que agradable jornada.



Una vez más, gracias a todos por vuestra asistencia, y, especialmente, por vuestra actitud alegre, colaboradadora, amistosa... En fin, así la montaña, que nunca defrauda, se disfruta por partida doble. ¡Pronto nos vemos de nuevo!